martes, 9 de octubre de 2007

¡Qué temple hay que tener!

Ayer, en la consulta del galeno
puede observar algo curioso:
No mucho tiempo licencioso,
y en la lengua, poco freno.

*

Había para todos los gustos,
serios, tediosos, serenos
e impacientes, pero no ajenos
a esos métodos injustos.

*

Somos tratados con ganado,
a todos nos ponen un número,
bien te duela el pie o el húmero,
pero nunca llevamos el adecuado.

*

¡Yo vine antes, y se me ha pasado!
El murmullo se hace más intenso,
y esto es sólo el comienzo...,
poco a poco, parece aquello el mercado.

*

El niño empieza a desesperarse,
la madre se pone nerviosa,
la situación se vuelve angustiosa,
y la confusión se esparce.

*

Sale la enfermera, ruega mudez,
por unos instantes, aquello enmudece,
en unos minutos la tensión decrece,
durando muy poco... ¡Vaya estupidez!.

*

Todos esperamos ansiosos,
está próxima nuestra vez,
poco a poco se nos quita la acidez,
y somos de nuevo amistosos.

*

Y es que todos estamos allí por algo,
nadie va al médico a jugar al ajedrez,
y en la espera, se nos dispara la aridez,
llevamos más prisa que el Talgo.

***

Fontana